La ingesta de carbohidratos o el ayuno previo a la sesión, está condicionada al tipo de ejercicio elegido en un programa para “quema” de grasa.
Cuando se utiliza el tradicional ejercicio de intensidad moderada, la ingesta previa de carbohidratos, incluso en bajas cantidades y especialmente si es de alto índice glicémico, reduce en forma importante la oxidación de grasa durante el ejercicio, por lo que la recomendación es el ayuno. Esta estrategia debe ser discutida con el deportista y aplicada cuando la primera prioridad es reducir tejido adiposo, ya que, a pesar de las potenciales ventajas en la quema de grasa, el ayuno plantea inconvenientes como favorecer el catabolismo proteico, reducción del rendimiento deportivo y el riesgo de hipoglicemia durante el esfuerzo.
Cuando en la sesión predomina o se inicia con ejercicios de alta intensidad, no es necesario el ayuno previo a la sesión ya que no se oxida grasa durante el ejercicio sino después. Una ración anterior moderada en carbohidratos es más bien recomendable para incrementar la oxidación de glucógeno durante el ejercicio y consecuentemente mayor oxidación de tejido adiposo posterior al esfuerzo.
Buscando una mayor efectividad en un programa reductivo, los sujetos con sobrepeso deberían entonces elegir su estrategia de alimentación previa al ejercicio, según la intensidad que será utilizada durante la sesión de entrenamiento.